martes, 11 de abril de 2017

Ojalá yo, fuera de mí.

He pisado tantas veces mi tormenta
que se cuando viene un tornado y cuando una ola gigante,
un tsunami de recuerdos, un huracán de sentimientos.
Me han roto tantas veces la ilusión
que creo que lo que tengo dentro es más un dibujo de colores
que chillan en un blanco y negro,
                                                    hecho a lápiz de color blanco.
No me quiero aquí dentro.
Quiero poder deshabitar mi cuerpo
y llegar cuando pase todo el dolor.
Mientras aquí dentro el invierno empieza a ponerse cómodo
allí fuera empiezan a salir las flores.
Que no estoy rota ni curada,
                                              ese momento en el que eres herida y cicatriz.

No se estar donde estoy, a veces.
Y no hablo de lugares, hablo de rincones.
Tengo el pecho tan grande que se me hizo laberintos,
tengo el corazón tan perdido que no se ya si forma parte de él.
O de mí.
No os recomiendo perderos en el gris de nadie.
Ni siquiera yo quiero habitar en este color,
pero llevo tanto tiempo hablando de él (o con él)
que imagino que no me ha quedado otra que aceptarlo
que tomarlo como parte de mí.
Que he tenido en mí el poder de conseguir que me hicieran feliz.
Pero solamente necesitaba hacerme feliz yo,
                                                             y creedme, aún lo sigo intentando.


Al fin y al cabo no necesito más que un lápiz blanco para poder pintar
                                                                       
                                                                         sin necesidad de borrarme.